Esta tarde he vuelto a ver una cinta mil veces vista,
disparos verbales repetidos en el silencio del que especta,
pantallas mil veces taladradas
en el medio revelador gris de mi sesera...
Esta tarde he bebido de nuevo
la pista sonora de una historia impermisible,
los vaivenes de personajes insondables
entre calles invisibles y regatos recorridos una y mil.
Y esta cinta ha vuelto a asombrarme...
el desvarío y el desquicio,
la obertura, el obstinato y
la obviedad de lo inesperado.
Silencios profundos de significados gigantes
han vuelto a apoderarse de mis resquicios más preciados.
He vuelto púrpura a caer en los mismos húmedos valles,
rojo en la cólera y en el mismo gris estupor,
la misma vertiginosa excitación y la caída blanquecina del despertar.
Y sin embargo...
Los diálogos pausados, eróticos, envolventes...
y las confesiones precoces de voces susurradas y latidos apagados,
los fotogramas repasados y las miradas urticantes
me han parecido más crudas, más reales, más sensibles aún que aquella primera vez.
Esta tarde he llorado, he reído, he soñado, he recordado, he vivido...