Un niño va a su quinta clase de natación, pero como siempre, se niega rotundamente a entrar en el agua... a veces se acerca a la orilla y la toca con el pie (su mamá sonríe y por un momento cree), pero el niño decide que estará mejor si se mantiene seco, que es más natural permanecer fuera del agua. A ratos piensa en lo triste que es no saber nadar, a ratos piensa en el rostro preocupado de su madre que quizá algún día lo llevará a la playa. Pero el pensamiento es fugaz y el niño prefiere aferrarse con fuerza a la idea de que los niños no son peces, de que los niños no nadan. Regresa al vestidor y sonríe mientras se pone su ropa seca. Su mamá, que ha estado todo el tiempo al otro lado del cristal, mira al piso. Tiene ganas de llorar... Mientras se viste, el niño sonríe y piensa en lo buen niño que fue por haber ido a su clase de natación y en lo feliz que debe estar su madre porque hoy se animó a tocar el agua... afuera, el mundo sigue girando. Tal vez una madre al otro lado del cristal se canse de esperar. Tal vez una madre al otro lado del cristal se canse de creer...
2 comentarios:
Muy interesante! Nunca aprendi a nadar, creo que por alguna situacion de la infancia
Me gusto mucho!
Gracias x compartir!
Gracias a ti Carnalito. Pues yo tampoco aprendí a nadar, pero gracias a mis visitas a Cuerna y aledañas y a que tengo un Oso con costumbres de tritón, poco a poco le estoy perdiendo el cuzcuz. La neta me da coraje cuando los osos se van a lo hondo y no puedo alcanzarlos, así que aprenderé. A lo mejor te animas también pronto. Un abrazo!
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